Autor Emmanuel Moya / Maestro en Políticas Anticorrupción
Estábamos acostumbrados a escuchar sobre los carteles del narcotráfico o grupos de la delincuencia organizada, que además de drogas, traficaban con armas; contrabandeaban mercancías o fayuca, como antes se les llamaba a todos aquellos productos que venían del extranjero, principalmente de Estados Unidos, pero que no pagaban impuestos al ingresar de manera clandestina por las aduanas de nuestro país. Sin embargo, en los últimos años ha salido a la luz una actividad, que si bien no es nueva, sí es novedosa para el común denominador de la población. Me refiero al tráfico de hidrocarburos, aquella actividad que desde hace no mucho tiempo se le conoce como Huachicol, palabra que proviene del latín “aquati”, que significa “aguados”.
Durante el siglo XVI el término Huachicol o aquati se utilizaba también en Francia para referirse a una técnica empleada en la pintura, que consistía en diluir pigmentos. Posteriormente, en aquél país europeo se transformó la palabra a “gouache” a lo que después se modificó nuevamente y se le llamó Huachicol. Pero existen varias acepciones sobre su significado real. Por ejemplo, también se dice que la palabra Huachicol proviene del maya “waach” que, según el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), tiene el significado de “ladrón” que también se les llamaba así a los forasteros. De cualquier manera, la raíz que queramos utilizar sobre su significado, el término se usa en la actualidad para referirnos al robo de combustibles en México.
Ahora bien, en nuestro país el robo de hidrocarburos o Huachicol es un delito grave, que incluso conlleva prisión preventiva oficiosa, esto de conformidad con la Constitución en su artículo 19; también es uno de los más penados y perseguidos por las autoridades estatales, federales, e incluso castrenses. Asimismo, el robo de hidrocarburos, fue el causante de grandes pérdidas al erario de alrededor de 15 mil a 20 mil millones de pesos por año, según datos de la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Si bien, en la actualidad se ha logrado reducir el robo de combustibles en cerca del 91 por ciento del volumen que se robaba, esto resulta en un ahorro de hasta 56 mil millones de pesos en poliductos, y 1,900 millones de pesos en gas licuado de petróleo, conforme a los datos arrojados por el propio Petróleos Mexicanos (Pemex)º.
Por otra parte, se habla de que son más de 30 los grupos criminales que operan principalmente en los estados de Guanajuato, Hidalgo, Puebla y Veracruz, lo cual representa un riesgo adicional para las entidades financieras ubicadas en las citadas entidades financierasª.
Pero ¿por qué de dos décadas a la fecha, el tráfico de combustibles en México ha sido tan disputado entre los criminales? La respuesta es que, a diferencia de la droga, en el huachicoleo no se tiene que sembrar, procesar, cocinar, ni tener laboratorios donde se produzca, simplemente es pinchar los ductos y abrir la llave para extraerlo; posterior a ello, se mueve en bidones, contenedores o pipas que lo transportan hasta las gasolineras y personas que lo compran a un precio muy por debajo del mercado. Esto genera al final una ganancia importante y ventajosa, dado que la gasolinera que lo compra y lo vende al público consumidor, obtiene un margen de ganancia más amplio respecto del resto de los negocios que lo venden de manera lícita.
Además de lo anterior, dentro de la cadena de blanqueo de estos capitales ilícitos están las estaciones de gasolina que compran y venden gasolinas robadas o extraídas, no pagan el IEPS, ni ningún impuesto sobre esa mercancía; el hecho de que una gasolinera venda su mercancía a precios mucho menores que los que ofrecen sus competidores, provoca una competencia desleal que podría llevar al cierre de negocios que no puedan competir en ese mercado y se incrementa el riesgo para las entidades financieras de ser susceptibles e instrumentadas en la operación de blanqueo de capitales, por lo se recomiendan que refuercen su Metodología de Enfoque Basado en Riesgo, a fin de medir correctamente a sus clientes que operan este giro comercial, por el riesgo inherente señalado.
En el caso expuesto, notamos que al realizar esta conducta no sólo se trata del tráfico ilícito de combustibles, si no que se configura también el contrabando fiscal al no pagar los impuestos correspondientes sobre dicho bien. Cabe señalar que también estamos ante un delito previsto en la Ley Federal para Prevenir y sancionar los Delitos Cometidos en Materia de Hidrocarburo, y que en lo no previsto en esta Ley se aplicarán de manera supletoria el Código Penal Federal, el Código Nacional de Procedimientos Penales, la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, la Ley de Hidrocarburos, la Ley de Seguridad Nacional, la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Ley de Extinción de Dominio, y la Ley de Navegación y Comercio Marítimos.
En todos estos casos, además de los grupos delincuenciales que obtienen ganancias de la forma ya descrita anteriormente, quienes también se ven beneficiados con el huachicoleo son los gasolineros, que al gozar de un margen muy amplio de utilidad se ven en la necesidad de ocultar parte del dinero, invirtiendo en nuevos negocios ¿y por qué no decirlo? diversificando sus ganancias a familiares, socios, e invirtiendo como lo hacen algunos grupos criminales, que blanqueaban dinero mediante empresas de autotransporte en Guanajuato como lo manifestó en su momento la Unidad de inteligencia Financiera (UIF), lo que implica otro giro comercial que debe ser debidamente analizado por las entidades financieras en su Metodología de Enfoque Basado en Riesgo, sobre todo aquellas que operan en las entidades federativas antes señaladas.
El lavado de dinero enfocado al robo de hidrocarburos, resulta una conducta sumamente peligrosa para la seguridad pública, las finanzas del gobierno y para la economía de las empresas. Estamos hablando de que a diferencia de una actividad delictiva como el narcotráfico, donde en cualquier eslabón por donde se trate, toda la cadena de acción es ilícita, desde la producción de los precursores químicos, elaboración de las sustancias, transporte, distribución y comercialización; lo mismo sucede con las armas y similar con el secuestro; pero en el robo de hidrocarburos, se involucra en mayor medida actividades ilícitas y unas que aparentemente son lícitas, como el hecho de invertir en negocios como los de autotransportes o vender el combustible de manera legal en una estación de gasolina. Es por ello que en este tipo penal se complica aún más la identificación del beneficiario real, ya que lo ilegal se mezcla con lo legal, no sólo en la cuestión del dinero sino también en la mercancía. Es decir, se ingresa combustible ilícito a las bombas de gasolina lícitas, que incluso son constantemente verificadas por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
Finalmente, tratándose del robo de hidrocarburos, estamos ante una de las actividades delictivas más rentables y de las más propensas al lavado de dinero. Pues como hemos señalado, puede involucrar diversas actividades económicas y en algunos casos el soborno y/o corrupción, sumado al hecho de que desgraciadamente parte de la población de las regiones donde se da la extracción de los ductos puede participar de manera activa en la cadena de suministro. Un tema difícil de resolver y que merece ser mayormente vigilado, por parte de las entidades financieras del país.
Referencias
º En un año, el robo de combustible se redujo en un 91%: Romero Oropeza. https://www.pemex.com/saladeprensa/boletines_nacionales/Paginas/2020_001-nacional.aspx
ª Zeta Libre Como el Viento. Las bandas del huachicol (y del crimen organizado), consultado el 6 de marzo 2021. https://zetatijuana.com/2019/01/las-bandas-del-huachicol-y-del-crimen-organizado/
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